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CHOPIN Y LA MEDICINA
Enfermedades del “poeta del piano”

Cátedra de Historia de la Medicina – Departamento de Humanidades Médicas – Facultad de Medicina – Universidad de Buenos Aires

ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA

Enfermedades de la niñez y adolescencia

Como es bien conocido, Federico Francisco Chopin nació el 1 de Marzo de 1810 en Zelazowa Wola, cerca de Varsovia. Hijo de padre francés y madre polaca, comenzó a estudiar piano a los cuatro años. Aprendió la técnica del instrumento prácticamente de forma autodidacta, aunque más tarde estudió armonía y contrapunto en el conservatorio de la capital polaca. También fue precoz como compositor: su primera obra publicada data de 1817. A los ocho años tocaba el piano con maestría, improvisaba –cualidad muy apreciada en su época- y componía con soltura, dando su primer concierto público el 24 de febrero de 1818 en el palacio de la familia Radziwill en Varsovia. Su última aparición en Polonia data de 11 de Octubre de 1830, es decir, al fin de su adolescencia.

Chopin en su niñez siempre fue “grácil, enfermizo y delicado” por lo cual no concurrió a la escuela hasta cumplir 13 años, recibiendo hasta entonces educación en su hogar. Luego logró cursar el bachillerato, pero el esfuerzo ocasionado por el estudio hizo que su físico de resintiera, a tal punto que tuvieron que enviarlo al campo a pasar una temporada para reponerse.

Como antecedentes familiares se conoce que su padre murió por una infección respiratoria a los 74 años, mientras que su madre Justina gozó de muy buena salud y falleció recién a los 87 años. De sus hermanas, se sabe que Ludwika sufría de infecciones respiratorias periódicas y que falleció a los 47 años; su otra hermana Isabella murió a los 70 años y la tercera Emilia, sufría de “tos, disnea y asma”, a los 11 años comenzó a padecer hematemesis y a los 14 años muere por una hemorragia masiva gastrointestinal, afectada, según muchos autores, de tuberculosis.
Presentó luego en la adolescencia síntomas respiratorios, diarrea recurrente y pérdida de peso; a los 16 años, presentó seis meses e síntomas respiratorios, cefaleas y adenopatías cervicales. Padecía intolerancias digestivas a las comidas con contenido graso, lo que le ocasionaba frecuentes diarreas y, como consecuencia, pérdidas de peso.

Enfermedades de su vida adulta incluido su viaje a Mallorca en 1838

Luego de su salida de Varsovia, a los 19 años viaja a Viena para proseguir sus estudios, dejando a sus primeros amores; Constanza Gladowska, a la cual ni siquiera declaró su amor por timidez e indecisión, y María Wodzinska, a la que sus padres impidieron la relación por su supuesta enfermedad. Entre sus amigos de Viena, en 1829, ya se hablaba de su constitución enfermiza. Entre ese año y 1831 viaja con frecuencia a dar conciertos en Dresde, Moravia, Praga, Poznan, Berlín, Cracovia, Leipzig y Stuttgart; en esta última ciudad se entera de la invasión de Polonia por Nicolás I, con 200.000 soldados rusos, y de la proliferación del cólera en todo el país. En septiembre de 1830 parte a la capital francesa, pensando que sería por pocos días, pero por el contrario, permanecería allí para siempre.

Instalado en París en 1831, a los 21 años presentó dolor torácico, hemoptisis, fiebre y cefalea. En 1835 tuvo bronquitis y laringitis; en 1837 sufrió de influenza ( gran epidemia en París), presentando ahora hemoptisis y permaneciendo en cama varias semanas. Luego de interpretar en el piano se dijo que tenía que salir al aire ambiente por la disnea. Chopin ya pensaba que padecía del mismo mal que su hermana Emilia, que sabía que su vida sería corta como consecuencia de la enfermedad y que la mayoría de los médicos que lo asistían desconocían en definitiva la naturaleza de su mal. Sin embargo su óptima condición social y económica lo hicieron mejorar mucho de la perniciosa influencia que tuvieron sobre su espíritu y su físico las privaciones y las angustias sufridas por la situación de su país, donde se encontraban sus padres, hermanas, amigos y muchos afectos.

Siguió sufriendo de las vías respiratorias; presentaba con frecuencia accesos de tos, disnea y expectoración y, posteriormente, episodios de hemoptisis, si bien ciertos autores prefieren hablar de hematemesis. Sin embargo, ninguno de sus médicos –que fueron varios- que lo atendieron, algunos de reconocido renombre, hallaron signos físicos compatibles con la presencia de cavidades pulmonares u otras enfermedades pulmonares. En 1836, cuando se inició su célebre relación amorosa con George Sand, lo examinó el Dr. Gaubert, quien juró que Chopin no padecía tisis. No obstante su salud seguía deteriorándose cada vez más, sobre todo luego de los 30 años de edad. Presentó con frecuencia síntomas del aparato respiratorio - que no obstante alternaban con momentos en que se hallaba completamente asintomático -, entre los que se cuentan:

1) Tos crónica, tosía elegantemente, con gracia y este síntoma era lo único permanente en él de acuerdo a la Condesa D'Agoult amante de Liszt. Para atenuar esta molestia tomaba opio con azúcar en pedazos de hielo.
2) Expectoración en cantidad variable, blanquecina y a veces purulenta con carácter hemoptoico.
3) Hemoptisis de repetición, con frecuencia por varias semanas, muy variable, expectoraba sangre desde pequeñas cantidades hasta casi llenar un vaso. Es posible que haya tenido anemia.
4) Disfonía que presentaba de modo intermitente y que fue constante en sus últimos días, apenas podía hablar.
5) Disnea que fue progresiva, hasta el grado de que no podía subir escaleras y tenían que cargarlo. En ocasiones presentaba cianosis
6) Síntomas generales como astenia y tal vez fiebre, acompañados de una sudoración que lo molestaba mucho, se secaba continuamente la frente con un pañuelo impregnado con agua de colonia. Era muy delgado pesaba 45 kg y medía 1.70, nunca subió de peso.
7) En sus últimos días tuvo edema de miembros inferiores que le impedía caminar. También le dolían las articulaciones

Bastante restablecido de su estado de salud, en 1836, conoció a Aurora Dupin, Baronesa de Dudevant escritora notable que firmaba con el pseudónimo de Jorge (George) Sand. Era una mujer que había tenido múltiples amantes, hombres y mujeres, rodeada por el escándalo, de quien se decía que era depravada, de vida liberal, anafrodisia sexual, sáfica y ninfomaníaca, además de inmoral y mentirosa, pero también la consideraban apasionada y genial, calificativos que en esta época hubieran sido un elogio. Se vestía como hombre y fumaba puros, lo que en la actualidad no tiene nada de extraño. En un principio no le simpatizó, pero después ella lo buscó porque necesitaba una criatura famosa y débil. Liszt en su ensayo sobre Chopin refiere que finalmente ambos “se sienten sexualmente atraídos”. La propia Sand sugiere que sólo lo amaba para cuidarlo y no tuvieron hijos. Esta amistad fue determinante para Chopin porque Sand se convirtió en su enfermera y fue durante su relación que duró 10 años, cuando Chopin, a pesar de su muy variable sintomatología compuso gran parte de sus obras.

La contribución de George Sand con la salud de Chopin fue muy positiva. La sangría era un tratamiento aceptado para la tisis en aquel tiempo, pero Sand temía que eso era muy peligroso y no haría más que empeorar más su salud. De hecho, Sand tenía bastantes conocimientos de medicina, pero dijo “era un paciente detestable. Se desmoralizaba completamente, aceptando su sufrimiento con justo coraje. “

Refiere Bestard que Chopin y Sand se conocieron a finales de 1836 en París, ciudad en la que residían. Ambos habían sido invitados por Franz Liszt y la condesa d´Agoult a una reunión de amigos en el Hôtel de France. En ese primer encuentro no se cayeron bien. Durante la fiesta, Sand murmuró a una amiga: "ese señor Chopin ¿es una niña?", mientras que el músico polaco comentó a la salida del hotel: "esta señora Sand ¿es una mujer? Estoy por dudarlo". Al cabo de medio año se volvieron a encontrar en otra reunión de amigos, esta vez en casa del propio Chopin. En tal ocasión Sand quedó prendada del polaco al verle tocar junto a Liszt. Al principio Chopin dudaba, y se oponía a un acercamiento físico con Jorge Sand, ella escribió “ Pero cuando nos despedíamos en su casa y él dominaba una última tentación, dijo algunas palabras con las que no puedo estar de acuerdo. Como un fanático piadoso parecía mirar las groserías humanas y sonrojarse por las tentaciones que podía sentir, temiendo que mancharan nuestro amor. Esa manera de mirar el supremo abrazo del amor y la pasión siempre me ha repugnado. Si el abrazo supremo no es algo puro y santo y lleno de devoción como lo demás, no existe virtud en abstenerse de él. El término, amor físico, para describir algo que sólo tiene nombre en el cielo siempre me ha desagradado y ofendido como algo a la vez impío y falso. Para naturalezas elevadas es posible que exista un amor puramente intelectual? ¿puede existir el “amor” sin un beso, y ha existido alguna vez un beso de amor sin rastros de pasión ? “despereciar la carne” sólo pueden hacerlo los que son carnales y nada más, pero cuando se ama, se debe decir “respetar” y no “despreciar” cuando se abstienen. Al poco tiempo, en fin, iniciaron una relación que duró ocho años. La opinión de Sand sobre la música de Chopin era suprema, llegó a decir; “ hay más música en el minúsculo Preludio en Do Menos de Chopin que en las cuatro horas de trompeteos de Les Huguenots de Meyerbeer.

Durante el año 1838, Maurice Sand, hijo de la escritora, había tenido ataques reumáticos. Un matrimonio amigo de la familia, los señores Marliani —él, un político y escritor francés y ella, una española— conocían la isla de Mallorca y su clima saludable. Ellos dieron la idea a George Sand de que el suave clima de la isla y sus bellos parajes proporcionarían un saludable invierno a Maurice. Sus también amigos, el ministro español Mendizábal y el músico Francisco Frontera, natural de Valldemossa y residente en París, elogiaron asimismo la isla y animaron a la pareja a visitarla. En aquella época, Chopin ya tenía síntomas de su enfermedad, la tuberculosis, aunque todavía no se la habían diagnosticado. Comentó a su médico, el señor Gaubert, la posibilidad de pasar el invierno en Mallorca, idea que gustó mucho al doctor. De esta manera, Frédéric Chopin, George Sand y los dos hijos de Sand, Maurice y Solange, decidieron pasar el invierno en la isla. Tras aguardar unos días en Barcelona, zarparon hacia Mallorca y el día 8 de noviembre de 1838, arribaron al puerto de Palma a bordo de “ El Mallorquín “.

Los dos primeros días se alojaron en un vetusto hostal que daba a la calle del Mar, luego huyeron del estruendo de los martillazos que producían los boteros a pie de calle. Les acogió unos días el cónsul francés, Pierre-Hippolyte Fluir, en su propia casa de Palma, hasta que consiguieron alquilar “Son Vent”, una finca a las afueras de la ciudad, en el incipiente barrio de Establiments. Allí les tocó vivir unas tres semanas de días soleados, agradables, de paseos campestres por los alrededores de la comarca. Parecía que habían acertado con su decisión de venir a Mallorca. Todo se empezó a torcer cuando apareció el mal tiempo, a principios de diciembre. La lluvia, los fuertes vientos y el frío húmedo empezaron a intensificarse. Todo ello hizo redoblar la insistente tos de Chopin, que no tardó en caer enfermo.

Le visitaron tres médicos: el doctor Pere Josep Arabí, el doctor Miquel Oleo y el doctor Fiol. Enseguida le diagnosticaron tuberculosis. La noticia corrió como la pólvora, llegando a oídos del propietario de Son Vent, el cual pidió a sus inquilinos que abandonasen la finca para, una vez deshabitada, proceder a su desinfección blanqueando las paredes con cal.

Ante esta situación, Chopin, Sand y sus dos hijos tuvieron que volver a abusar de la hospitalidad del cónsul francés. Allí pasaron varios días. Fue entonces cuando decidieron organizar una excursión a Valldemossa. Allí descubrieron el bello monasterio de la Cartuja. Los monjes cartujos lo habían abandonado por la fuerza tres años antes. Cuando Chopin y George Sand entraron en el cenobio lo pudieron contemplar tal cual los monjes lo habían dejado, incluso los cirios de la iglesia estaban a medio consumir. Valldemossa les gustó. Tanto es así que ese mismo día acordaron alquilar algunas dependencias de la Cartuja. El 15 de diciembre se instalaron.

Allí permanecerían hasta el 12 de febrero, momento en que volverían a Palma para, al día siguiente, regresar a Barcelona de nuevo. El tiempo no mejoró y al estar en Valldemossa notaron con más crudeza el invierno que, además, ese año no dio tregua. Chopin, frágil y cada vez más enfermo, prácticamente no salió de los muros cartujanos. La situación de George Sand fue bastante complicada: tuvo que hacer de enfermera, secretaria, gobernanta, madre... Si a esta situación se le añade su carácter difícil y sus costumbres forjadas en los ambientes burgueses parisinos (vestir con pantalones, fumar en público, pasear sola por la noche, convivir con un hombre que no era su marido...), que chocaban frontalmente con las costumbres de Mallorca, ello puede explicar, en parte, la tremenda diatriba contra los habitantes de la isla que dejó plasmado en su libro “Un Hiver à Majorque”. Diatriba que consiguió sacar de sus casillas, haciéndole perder los papeles, a un jovencísimo José María Quadrado, quien dejó para la posteridad el famoso artículo A Jorge Sand. Vindicación, publicado en el semanario La Palma (1841): "Jorge Sand es la mas immoral de los escritores y Madame Dudevant [es decir, la misma George Sand] la mas inmunda de las mugeres". Todo esto ya es historia y al releer todos estos comentarios únicamente nos provoca una leve sonrisa. No sería justo resaltar exclusivamente estos aspectos, pues la estancia de Chopin y Sand significó muchas más cosas. A la escritora, vivir en la Cartuja le supuso poder inspirarse y escribir su novela Spiridión, mientras que Chopin, desde su celda, resguardado de la intensa lluvia, frágil, casi sin fuerzas, compuso la mayoría de sus Preludios, la Polonesa en Do menor, op. 40, o la Mazurca en Mi menor, op. 41 nº 2, entre otras composiciones. Sand escribió “lo creían tuberculoso. Gaubert lo examinó y me juró que no lo estaba” y agrega “Dulce, alegre, encantador en el mundo, Chopin, enfermo, era desesperante en la intimidad. No había ningún alma más noble, más delicada y más desinteresada que la suya; ningún trato más leal y más sincero y espíritu más brillante en la alegría, ninguna inteligencia más seria y más perfecta en lo que era de su dominio; pero, en cambio, ¡ay!, ningún carácter más desigual, ninguna imaginación más sombría y más delirante; ninguna susceptibilidad más fácil de irritar y ninguna exigencia de corazón más imposible de satisfacer” . “ en Marsella fue examinado por el célebre médico Cauvieres, quien lo encontró muy grave: pero recobró la esperanza al verlo restablecerse pronto. Auguró que Chopin podía vivir mucho tiempo con grandes cuidados.”
“ Papet no le encontró ningún síntoma de afección pulmonar. Y únicamente una sensible afección crónica de laringe, de la cual creyó que no había por qué alarmarse”. Escribe a Titus “los médicos no me permiten viajar, bebo agua de los Pirineos en mi cuarto”.

Volvió a Marsella, donde una junta médica de Cruviellé, Louis y Blanche llegó a la conclusión de que todo viaje al mediodía de Francia sería enteramente inútil y que era preferible transportarlo nuevamente a París, con calefacción, más cómodo y más ventilado. Así llegó al Nro. 12 de la Plaza Vendome

Enfermedades desde su regreso a París y su prematura muerte.

El retorno a París trae consigo su paulatina ruptura con George Sand. Es bien conocido el hecho que la escritora hacía siempre un libro luego de sus romances, cuyo texto se relacionaba de alguna manera con el episodio. En Amor, enfermedad y viceversa, se ha dicho que Lucrezia Floriani es una semblanza de la relación entre George Sand y Chopin desde la visión altiva que la escritora tenía de sí misma y de los demás. La trama gira alrededor de una actirz italiana que deja la farándula para retirarse a una vida campestre en la que cuida de sus hijos y de Karol, su amante, al que define como “un gatito enfermo” de difícil carácter. Sand leyó la novela ante las amistades de la pareja, quienes no dudaron ni un instante de su paralelismo con la realidad escandalizándose por el maltrato hacia Chopin, pese a que este intentase vanamente convencer a todos de que estaba encantado con la ficción. Lo cierto es que Madame Dudevant dibuja en Lucrezia Floriani una caricatura de Chopin en la que le hace parecer un loco celoso de carácter débil. Unos celos que podrían estar justificados por las invitaciones que la novelista hacía a antiguos amantes para que pasaran unos días en Nohant.

No parece sin embargo que estos hechos sean sino unas gotas en el vaso que propició la ruptura final de la pareja, en la que los tortuosos asuntos familiares de Sand hicieron una mella atroz. Teniendo a su hijo Maurice como favorito, la relación entre ella y su hija Solange se hizo cada vez más tirante, principalmente por el afecto que esta mostraba hacia Chopin desde la pubertad. Frédéric enseñaba piano a la adolescente y trabó una buena amistad con ella. Todo lo contrario que sucedió con Maurice. La llegada a Nohant de una prima por la que Solange mostraba profunda antipatía fue configurando dos bandos en la familia mientras Sand quedaba en medio de la disputa aunque alineándose solapadamente con su hijo mayor.

Chopin marchó de Nohant para no volver y ni siquiera fue invitado a la boda de Solange con un escultor del que se había enamorado perdidamente. Los celos de Sand hacia la estrecha relación de Chopin con su hija terminaron finalmente en un intercambio de duras cartas que terminó cuando la escritora le envió una postrera en la que sentenciaba el fin de su amor en una cruel epístola.

Rocío Cuenca Antón , señala en su serie de artículos titulada Viaje a través de Chopin, que algunos estudiosos comparan la actitud de Sand frente a Chopin con la de una mantis religiosa, que se aprovecha del genio del músico y lo abandona cuando este se encuentra ya a las puertas de la muerte. Sin embargo para otros actúa como una madre que separa a su protegido de los problemas para que pueda dar rienda suelta al genio creador. Como bien indica la periodista, probablemente “sería ambas cosas a la vez”.
Es imposible negar la influencia que George Sand tuvo en la música de Chopin. Cuidándole y animándole durante años pese al agrio carácter que la enfermedad iba formando en el compositor polaco, Aurore Dudevant dio pie muy posiblemente a la etapa de mayor capacidad creadora del músico, elevando su arte hasta situarlo en los altares de la historia. Y es que, como decía Frédérik Niecks, biógrafo de Chopin, la ruptura de la pareja supuso “una catástrofe en la vida de Chopin”.

Ya en París y separado de George Sand, consulta al célebre doctor Cruvelhier que le recomienda reposo y solicita la opinión del doctor Blacke, un eminente pediatra. Ante esto, Frédéric escribe: “Él me ayudará más, ya que en mi hay algo infantil”. Chopin ya consideraba su enfermedad como un impedimento; “es imposible escribir música con una tos sofocante, lleno de flemas con sangre y sudando frío”, sin embargo la sobrellevó con dignidad y probablemente con resignación. Su médico amigo Jas, en estado terminal de la tuberculosis, creía que ambos compartían la misma enfermedad letal, hablaban mucho sobre la enfermedad. Tras la muerte de éste, en 1842, antes de partir para Nohant estaba tan débil que le tenían que ayudar a bajar las escaleras del apartamento en la Rue Pigalle. En todos los inviernos Chopin enfermaba. A principios de 1843 la escribe a su médico Dr. Molin; “sé tan amable de venir a verme hoy; ¡ estoy sufriendo !”. El año 1845 fue muy malo para la salud de Chopin. En una carta escribe; “he sobrevivido a tanta gente más joven y fuerte que yo, que pienso que soy eterno”

En sus últimos días, cuando estalla en Francia la revolución que obliga a Luis Felipe a dejar el poder (febrero de 1848), fue su alumna escocesa Jean Stirling quien lo cuidó y lo invitó a Inglaterra donde a pesar de estar seriamente enfermo, tuvo gran éxito. Su buen gusto hizo que se negara a tocar con la Orquesta Filarmónica de Londres que "tenía el carácter de un roast-beef o de una sopa de tortuga". No aceptó las invitaciones de Lord Flalmouth para una audición porque los sirvientes estaban mejor vestidos que el dueño de la casa. Su estancia en Inglaterra fue su último viaje y con el frío y la niebla su enfermedad se agravó considerablemente. Mendelsshon y el gran pianista Moscheles lo describen como "muy enfermo", apenas podía tocar y ya no compuso nada. En su única fotografía tiene una expresión de cierta hostilidad con algunos rasgos amargos que revelan una fatiga extrema. El mismo decía en una carta a Grsytmala; “ ¡ Ojalá pudiera saber que la enfermedad no me matará este invierno “ (Londres, Julio de 1848).

Regresó a París y en un último concierto el 16 de febrero en la Sala Pleyel tocó sereno, con profundas ojeras, pero con un brillo febril y demoniaco en sus pupilas mezclado con un tono de melancolía, ardió en música en cuerpo y alma, su esfuerzo final lo dejó pálido, disneico y anhelante ante un público que lo aplaudió clamorosamente.
A final de abril de 1849 Chopin entra en la fase final de su enfermedad. Berlioz le visita y recuerda; “incluso la más ligera conversación le fatiga de manera alarmante. Se esforzaba para hacerse comprender todo lo posible por señas”. Podría haber tenido premonición de su propia muerte cuando le pidió a su hermana Ludwika que viniera a verle “si podéis hacerlo, venid. Estoy enfermo y ningún médico podrá ayudarme como vosotros…Ocupaos enseguida del pasaporte y del dinero, pero hacedlo de prisa”. En julio le escribe a Solange; Veo que el Dr. Cruveilhier me considera tísico porque ha me prescrito una cuchara de café con líquen”. Los líquenes se usaban en tratamiento homeopático para la tuberculosis.

A partir de entonces su salud se deterioró progresivamente hasta su muerte el 17 de octubre de 1849, pocos minutos antes de las dos de la madrugada, en Place Vendome número 12, la cual fue casi un evento social pues mucha gente lo visitaba.

Chopin tenía miedo de ser sepultado vivo y en un dramático y angustioso mensaje pidió que se abriera su cuerpo y le extrajeran el corazón. El gran maestro Jean Cruvelhier realizó una autopsia parcial para cumplir este deseo, encontró datos sugerentes de que además de los pulmones, el corazón, también estaba afectado. Después de una emotiva ceremonia en la iglesia de "La Madéleine" en la que se interpretó el Réquiem de Mozart, cumpliendo la última voluntad de Chopin, fue inhumado en el cementerio Pére-Lachaise.

A su funeral asistieron unas tres mil personas, el 30 de Octubre. Mientras el féretro esa sacado de la cripta y transportado por Delacroix, Franchomme, Pleyel y el Príncipe Alexander Czartoryski, se tocó su famosa Marcha Fúnebre. El organista también toco dos de sus preludios. En su sepulcro está la escultura de una musa con una lira rota y su epitafio escrito por Liszt dice " Chopin fue un rayo de luz en el cielo del arte". Su corazón fue enviado en una urna la Iglesia de la "Santa Cruz" en Varsovia.

Berlioz dijo “que Chopin se había estado muriendo durante toda su vida”

Debates sobre la enfermedad pulmonar de Chopin

Tradicionalmente se ha asociado a Chopin con la Tuberculosis. Se podría decir que de alguna manera es el “tuberculoso” más célebre de la historia. Pero esta tradición es puesta en discusión cuando los Dres. Kubba y Young publican en 1998 en la revista Chest, así como la revisión del Dr. Sartin en la edición de 2010 de Clinical Medicine & Research, que no está tan claro que padeciese dicha enfermedad. La tos de Federico comienza en la adolescencia y le acompaña durante el resto de su vida. Chopin desde siempre refiere dificultad para respirar, intolerancia al esfuerzo, esputos con sangre, palidez y molestias gastrointestinales. Además su patología pulmonar precoz y crónica repercute en su crecimiento, le inflama las articulaciones de las piernas y, probablemente, explica su esterilidad. El hecho de que Chopin no contagia la supuesta tuberculosis a sus íntimos como son George Sand y los hijos de ésta y que la autopsia del doctor Cruveilhier no es concluyente de que padezca esta patología, hace pensar en otras posibles enfermedades.

Es por ello que actualmente se debaten diversos diagnósticos más factibles que podrían corresponder a la enfermedad de Chopin;

  • Tuberculosis Pulmonar
  • Bronquiectasias
  • Bronquitis Crónica
  • Infecciones respiratorias altas y bajas
  • Hemoptisis
  • Enfermedad Fibroquística del páncreas
  • Estenosis Mitral
  • Deficiencia de alfa-1 antitripsina
  • Aspergilosis pulmonar alérgica
  • Asociaciones de varias de estas afecciones

Expresa la Dra. María Rosa Galati Generelli que de acuerdo con tantos profesionales de la época es muy improbable que Federico Chopin haya padecido tuberculosis pulmonar. Entonces ¿cómo puede explicarse la enfermedad pulmonar crónica que padeció toda su vida?

Recordemos que todos los profesionales que lo atendieron - algunos muy prestigiosos - en ningún momento hablaron de cavidades pulmonares, lesiones u otros daños a ese nivel.

Otras teorías ya mencionadas es que podría haberse tratado de una enfermedad fibroquística del páncreas o de una estenosis mitral. La primera puede prácticamente descartarse porque los afectados por la misma suelen morir a edades muy tempranas, sobre todo en aquella época en que no se contaba con antibióticos. Otro tanto podría decirse de la estenosis mitral si se considera la importante magnitud de las hemoptisis y la falta de antecedentes reumáticos.

J.A. Kuzemko en su artículo "Chopin's illness" se inclinó en pensar que padecía de déficit de alfa-1 antitripsina. Esta deficiencia genética explicaría también la enfermedad de su hermana Emilia. Se sabe que los enfermos que presentan este déficit padecen de enfermedad broncopulmonar degenerativa y daño hepático el que es responsable del 25% de los casos de muerte juvenil por cirrosis, además de enfisema, bronquitis crónica y bronquiectasias. Las alteraciones más graves son identificadas por la deficiencia citada asociada al fenómeno ZZ. Estos pacientes con déficit de alfa-1 antitripsina, desarrollan enfisema panlobular con destrucción de los tabiques alveolares en un escaso porcentaje de casos y con mayor frecuencia enfisema centrolobulillar y destrucción de los bronquiolos terminales.

Se trata de una enfermedad hereditaria autosómica recesiva que se presenta por lo general en adultos jóvenes y que actualmente se diagnostica por medio de la determinación de alfa-1 antitripsina en suero y por el fenotipo. Los estudios por lavado broncoalveolar son difíciles de interpretar, no se debe olvidar que luego de 25 años de su descubrimiento, el rol de la alfa-1 antitripsina no está completamente dilucidado.
La patogenia del enfisema no es simple y además en el mismo otros factores pueden estar involucrados y ser tan importantes como el déficit de alfa-1 antitripsina o más.
En los meses anteriores a su deceso que ocurrió el 17 de octubre de 1849, padeció edemas de miembros inferiores, disfonía y debilidad extrema.

Este cuadro terminal parece concordar nuevamente con la posibilidad de que padeciera enfisema, afección que al acentuarse el proceso destructivo aumenta la disnea, la suficiencia cardíaca es baja y existe hipertensión del pequeño circuito. Este estado hemodinámico puede justificar la disnea ante el mínimo esfuerzo. Estos pacientes suelen presentar corazones "en gota". Todo lo referido puede corresponder al cuadro terminal.
La autopsia la realizó el Profesor Dr. Jean Curveilhier (Profesor Titular de Anatomía de la Universidad de París). Como ya se expresó, como Chopin tenía terror de ser enterrado vivo, solicitó que al morir se le practicara la autopsia. Otros opinan que la pidió para que fuera mejor entendida su enfermedad.

Pero lamentablemente tanto el certificado de defunción como el protocolo de la autopsia, ambos escritos y firmados de puño y letra por el Prof. Curveilhier, se extraviaron o se quemaron presumiblemente en el incendio de la Prefectura de París de 1871.
No obstante, existen documentos donde consta que el Prof. Curveilhier habló luego de la autopsia de Federico con su hermana Ludwika, además también lo hizo con Adolf Guttman, alumno preferido de Chopin, y con sus íntimos amigos Wojcieck Gryzmala y Jane Stirling.
En 1849 escribió Wojcieck Gryzmala a su hermano Augusto Leo Gryzmala diciéndole: "la causa de muerte fue muy diferente de lo que se pensaba". Jane Stirling a su vez le escribió a Liszt "sus pulmones estaban menos comprometidos que su corazón".
Si bien el certificado de defunción del célebre artista (1810-1849) indica que Chopin falleció en París a causa de la tuberculosis, el profesor Wojciech Cichy, miembro de la facultad de Medicina de la Universidad de Poznan (al este de Polonia), asegura ahora que la realidad fue bien distinta. El profesor Cichy se basa en la presencia de nódulos en el corazón de Chopin, que se recoge en la autopsia practicada tras su muerte y evidencia que el compositor sufrió una enfermedad genética que afectaba especialmente a los pulmones, aunque no guarda relación alguna con la tuberculosis. El historial médico de los miembros de la familia de Chopin también sería una prueba más de esta teoría, ya que dos de sus hermanas murieron por padecer enfermedades pulmonares y el más joven de sus hermanos, quien acusaba una salud delicada, falleció a los quince años de edad.
Los investigadores han analizado el corazón del compositor.

Cichy y su equipo confían en confirmar ahora sus conclusiones gracias al material genético tomado del cuerpo de la hermana del famoso pianista, Emilia, cuyo cuerpo está enterrado en el cementerio Powazki de Varsovia. La fibrosis quística y sus ramificaciones genéticas no fueron descubiertas hasta 1932, 83 años después de la muerte del genial compositor. Este mal es causado por un gen defectuoso que le indica al cuerpo que produzca un fluido anormalmente espeso y pegajoso, una mucosidad, que se acumula en los pulmones y en el páncreas, lo que ocasiona infecciones pulmonares muy graves y graves problemas digestivos.
Por su parte Martínez Palombo expresa; A propósito de Chopin, de origen polaco, la tradición ha aceptado sin titubeos el veredicto sobre su enfermedad: tuberculosis pulmonar, cuya manifestación inicial fue la de infección de los ganglios linfáticos del cuello (a los 16 años).
“Según esta versión –explicó– la tuberculosis del músico tuvo una duración de más de 23 años, a pesar de que ninguna de las medidas terapéuticas instituidas pudo haber tenido influencia en la prolongación de la infección”.
Dijo que fuera lo que fuese la afección del músico lo obligó a consultar a más de medio centenar de médicos en sus 39 años de vida, entre alópatas, homeópatas y uno que otro charlatán.
De acuerdo con Martínez Palomo no pudo ser tuberculosis, porque de aceptar esa versión significaría que Chopin la padeció durante casi un cuarto de siglo, lo cual sería extraordinariamente atípico, pues a principios del siglo pasado se mencionaron series en las que la duración promedio de los casos de ese mal era de dos años y sólo en algunas se prolongó a siete.

Durante esas dos décadas, agregó, el curso de los síntomas no fue el de una enfermedad progresiva, además de que una tuberculosis avanzada difícilmente puede remitir sin tratamiento.
“Por ello –dijo– el enigma médico de Chopin radica en que ahora que se conmemoran 200 años de su nacimiento no sabemos con seguridad cuál fue el padecimiento que marcó su vida y lo sentenció a una muerte prematura”.
El especialista recordó que en 1987 el médico australiano John O’Shea concluyó que el pianista y compositor no enfermó de tuberculosis, sino de fibrosis quística, lo cual podría comprobarse mediante un análisis de ADN. Sin embargo, las autoridades polacas no han autorizado ahora a tomar un fragmento del corazón del músico.
Bottasso por su parte expresa que respecto a la “forma leve” de fibrosis quística en el caso de Chopin, es difícil de sostener cuando lo mantuvo enfermo durante largo tiempo; en la biografía consta, además, que tenía episodios de hemoptisis y adenopatías cervicales compatibles con la escrófula tuberculosa. Las infecciones respiratorias a las que conduce la fibrosis quística en una época sin antibióticos, quizás, hubieran provocado la muerte mucho más temprano que a los treinta y nueve años. La hermana menor murió siendo prácticamente una niña y el padre, en cambio, tuvo una vida prolongada para la época. Otro punto de discusión en el artículo de Bottasso es el cuestionamiento de “¡cómo no se contagiaron George Sand y los alumnos de Chopin!”, un hecho que no contradice en absoluto la existencia de una enfermedad infecciosa y contagiosa, puesto que sabemos que no es contagiosa ciento por ciento y que se necesita un terreno predispuesto, así como una convivencia permanente (lo que no ocurrió entre el músico y G. Sand). Los niños, por la inmadurez de su sistema inmunológico, podrían estar más expuestos que los adultos. Y agrega; la hermana menor murió de una hematemesis masiva. Si es así, dentro de lo raro de la enfermedad fibroquística, tuvo una complicación más rara todavía como es una probable hipertensión portal, aunque no imposible, en la enfermedad fibroquística. No se mencionan diarreas ni el cuadro de malabsorción típico de la enfermedad en ninguno de los hermanos, ni siquiera en el mismo Chopin….. sobre todo, y esto me parece lo más importante: los médicos, en especial los clínicos, pensamos siempre en términos de frecuencia, esto es, frente a una enfermedad pulmonar que presenta tos, hemoptisis, adelgazamiento hasta la emaciación, palidez, lo primero que pensaríamos, incluso hoy, es tuberculosis. No hay por qué olvidar que a lo largo del siglo XIX y gran parte del siglo XX, la tuberculosis fue por lejos la primera causa de muerte en los países europeos

Vázquez Caruncho, por otra parte, está abordando un nuevo aspecto de la salud de Chopin: el extraño comportamiento y las visiones que, según los informes, vio en varias ocasiones. Reportó en la revista Medical Humanities que Chopin pudo sufrir de epilepsia del lóbulo temporal, una condición que aún no había sido descrita en la literatura médica durante la vida del compositor. Se atribuye al médico John Hughlings Jackson el avance en la comprensión de la epilepsia y sus convulsiones alrededor de 1870.
Por tanto, es prácticamente imposible que los médicos sospecharan que Chopin sufriera de epilepsia, pero las alucinaciones parecen encajar con el diagnóstico, dijo Manuel Vázquez Caruncho, radiólogo en el Complexo Hospitalario Xeral-Calde en Lugo, España, y autor principal del estudio.
"Lo que me interesó fue separar la visión romántica de Chopin de la realidad", dijo Vázquez Caruncho. "Mucha gente, en su época y después, interpretó sus alucinaciones como la manifestación de un alma muy sensible".
En 1948, Chopin escribió en una carta a la hija de su novia George Sand:
Una extraña aventura me sucedió mientras estaba tocando mi sonata en Si bemol menor para algunos amigos ingleses. Había tocado el Allegro y el Scherzo más o menos correctamente y estaba a punto de tocar la Marcha, cuando, de repente, vi emerger de la tapa semiabierta de mi piano esas criaturas malditas que se me han aparecido en una noche lóbrega en el monasterio cartujano (Mallorca). Tuve que retirarme por un rato para poder recuperarme, y después de eso continué tocando sin decir una palabra. En sus memorias, Sand recuerda que la estancia en ese monasterio en 1838 estuvo “repleta para él de terrores y fantasmas”. “A la vuelta de una de mis exploraciones nocturnas de las ruinas con mis hijos, le encontré, a las diez de la noche, pálido frente al piano, con los ojos en blanco y el pelo en punta. Tardó un rato en reconocernos”, escribió la escritora en Histoire de ma vie.

En otra ocasión, escribió Sand, Chopin pensó que vio a su padre y a su amigo Jan Matuszynski en una alucinación mientras tenía una fiebre altadebido a una infección dental.
Las cartas revelan que las alucinaciones de Chopin parecían durar de segundos a minutos, y que sufría estas experiencias mayormente durante las tardes o cuando tenía fiebre.
Los autores del estudio indicaron que es posible que tuviera una migrañacon aurasin dolor de cabeza, pero esto usualmente ocurre en personas mayores de 50 años. También descartaron toxicidad, aunque Chopin tomaba muchos remedios para sus males como "gotas de opio en azúcar". Las alucinaciones visuales generadas por la toxicidad son usualmente abstractas, pero Chopin recordaba las suyas muy vívidamente y comenzó a tenerlas antes de tomar medicamentos frecuentemente.
Otros indicadores de que Chopin sufría epilepsia incluyen síntomas de ansiedad, miedo e insomnio, que pueden preceder a los ataques epilépticos, que Chopin parece haber experimentado. Vivió un estado de sopor llamado jamais vu -en el que una situación común parece al mismo tiempo poco familiar– y que ha sido documentado como parte de convulsiones epilépticas.
Para Vázquez y Brañas, Experimentar alucinaciones, explican en Medical Humanities (publicación especializada del BMJ), es un síntoma “de varios desórdenes psiquiátricos, como la esquizofrenia, el desorden bipolar, la depresión y los estados disociativos, pero la mayoría son auditivas”. Descartan las migrañas porque las alucinaciones causadas por éstas duran hasta media hora y las de Chopin oscilaban entre unos segundos y pocos minutos; el síndrome de Charles Bonnet, porque el músico no sufría desórdenes visuales; que las provocara el láudano porque las primeras se manifestaron antes de que comenzara a tomarlo… Y se inclinan, al final, por la epilepsia del lóbulo temporal porque produce complejas alucinaciones visuales que se corresponden con las del músico. Vázquez y Brañas admiten, no obstante, que es difícil llegar a un diagnóstico definitivo sin poder explorar al paciente con los medios al alcance de la medicina moderna.
Chopin y Sand no tuvieron descendencia, lo cual no deja de ser sorprendente. Es posible que el músico fuera estéril, pero sus verdaderos hijos son su propio legado musical, del que ahora vamos a escuchar una hermosísima muestra; su Concierto en Mi Menor, una joya entre todos los conciertos para piano y orquesta de toda la historia de la música

Médicos que asistieron a Chopin

  • Dr. Malfatti, médico, lo invitaba con frecuencia a comer en su casa para poder ayudarlo, gracias al aprecio que le tenía.
  • Dr. Pierre Gaubert
  • Dr. Gustave Papet
  • Dr. Jean Cruvelhier (último médico de Chopin)
  • Dr. Blake, pediatra
  • Dr. Josep Arabi - Dr. Miquel Oleo - Dr. Fiol (Mallorca)
  • Dr. André Francois Cauvieres (Marsella)
  • Jan Fryderyk Wilhelm Malcz, Franciszek Girardot and Fryderyk Adolf Roemer
  • Aleksander Hofman, Jean-Jacques Molin, Jan Matuszyński, Adam Raciborski t, Gust y Coste
  • Mallan y James Clark (Londres).
  • Léon Simon, Fraenkel, David Koreff, Louis y Roth (París, último tiempo de su enfermedad)

BIBLIOGRAFIA

  • Kuzembo, J.A. – Chopin’s Illness – Journal of the Royal Society Medicina 1994; 87: 759-771
  • Galati Generelli, M.R. – A propósito de las enfermedades de Federico Chopin
  • Vázquez, M. y Brañas, F - Chopin, epilepsia del lóbulo temporal – Medical Humanities
  • O’Shea, J. - ¿ Era fibrosis quística la enfermedad de Frederic Chopin ? – Diario Médico de Australia, 1987
  • Sand, J. – Historia de mi vida – Ed. Compañía General Fabril Editoria, Buenos Aires, 1960
  • Guy de Pourtales – Chopin o el poeta – Editorial Dédalo, Buenos Aires, 1959
  • Sydow, B.E. – Correspondencia de Federico Chopin – Hachette, Buenos Aires, 1958
  • Jacobson, H.C. – Cartas de Jorge Sand – Ed. La Fragata, Buenos Aires, 1946
  • Gavoty, B. – Chopin – Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 1987.
  • Schonberg, H.C. – Los grandes compositores – Ed. Robinbook, Barcelona, 2007.

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